DASM Escuela de Apologetica online

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El Problema

Quien lee la Biblia sin estar prevenido, se encuentra con un gran problema ya en la primera página: al comenzar el libro del Génesis no sólo halla dos veces la narración de la creación del mundo, sino que además de manera tan discrepante, que no puede menos que quedar perplejo.

En efecto, Gn 1 cuenta el relato tantas veces oído cuando niños en el catecismo, según el cual al principio de los tiempos todo era caótico y vacío, hasta que Dios resolvió poner orden en esa confusión. Antes de ponerse a trabajar, al igual que cualquier operario, lo primero que hizo fue encender la luz (1, 3). Por eso en el primer día de la creación nacieron las mañanas y las noches.

 

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–«Pecador me concibió mi madre» (Sal 50,7). La Revelación divina fue descubriendo verdades lentamente a Israel a lo largo de los siglos, hasta llegar en la plenitud de los tiempos a Jesucristo, que nos comunica la plena participación en la sabiduría de Dios por la fe y los dones del Espíritu Santo. Hay en Israel verdades de suma importancia –por ejemplo, si hay resurrección tras la muerte– que no conoce todavía a la venida de Cristo: «los saduceos negaban la resurrección, mientras que los fariseos creían en ella» (Hch 23,8). Pero, en cambio, la verdad del pecado original fue revelada a Israel desde el principio, ya en el primer capítulo del Génesis. «Mira [Señor], en la culpa nací; pecador me concibió mi madre».

 

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A veces nos preguntamos: ¿Cuál será el libro más vendido del mundo entero, el traducido al mayor número de idiomas? ¿Cuál será el best seller universal de todos los tiempos? ¿Cuál es el libro que más ha influido en la historia de la humanidad? La respuesta sorprende a muchos: ¡La Biblia!

 

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A veces se sostiene que existen contradicciones en la Sagrada Escritura, debido a que se presentan versiones o tradiciones distintas -y a veces incluso contrapuestas- sobre un mismo hecho. ¿Como congeniar esta postura con la de inspiración bíblica (que toda la Sagrada Escritura tiene a Dios por Autor principal), y sobretodo con la de inerrancia de la Sagrada Escritura (que esta no es inexacta ni enseña cosas fraudulentas)? Nuestra posición es la siguiente: Antes de afirmar con toda prisa que existen contradicciones, es necesario estudiar en detalle los textos en cuestión, y ver si no es posible lograr armonizarlos o explicarlos de modo que la aparente contradicción se salve. Esa debería ser la labor de un exégeta católico, y esto no implica ningún "a priori" de carácter apologético. Hay que estudiar si la armonización o estudio comparado es posible, y si lo es, explicarlo de tal modo. Muchas veces se tiene una confianza a toda prueba en los estudios exegéticos cuando estos llevan a encontrar problemas en el texto sagrado -que muchas veces quedan irresueltos- y no se la tiene en cambio cuando se trata de estudios que intentan resolver dichos problemas. Esa falta de confianza infundada sí que es un verdadero "a priori".

 

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1. Pretendidas incoherencias o contradicciones.

Las cartas del apóstol Pablo suscitan continuamente nuevas discusiones, debido a que contienen muchos pasajes problemáticos, fruto del temperamento impulsivo del apóstol, que no tenía la paciencia de corregir su texto para alcanzar un grado óptimo de coherencia y claridad. Ya la Segunda Carta de Pedro constataba que en las cartas de Pablo "hay pasajes difíciles de comprender, y personas ignorantes y débiles deforman su sentido" (2 Pe 3,16). Exégetas modernos han estimado que había en Pablo falta de coherencia en sus sucesivas tomas de posición. En una obra sobre "Pablo y la Ley", un autor finlandés, Heikki Räisänen, ha escrito que Pablo "se contradice" y que "las contradicciones y las tensiones deben ser aceptadas como líneas constantes de la teología paulina de la Ley"1. Otro autor afirma: "No hay nada más fácil que encontrar contradicciones verbales en Pablo"2. Un examen preciso de los textos es necesario para verificar este género de juicio. Primeramente notemos que se pueden distinguir netamente tensiones y contradicciones. En los escritos del apóstol, muchas veces se pueden constatar tensiones, que corresponden a aspectos diversos de una situación vivida, pero no se sigue que se puedan encontrar allí contradicciones propiamente dichas. El caso que se acerca más a una tal contradicción sobre un punto esencial de la doctrina paulina es el de Rm 2,13 en relación a Rm 3,20 y Ga 2,16. En Rm 2,13 Pablo declara: "En efecto, no (son) justos ante Dios los oyentes de la Ley, sino los observantes (lit.: 'obradores') de la Ley serán justificados".

 

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