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Desde mi sencillo ver y atender, aseguro que sea útil como obligatorio replicar a la declaración del Sr. don Daniel Sapia, acerca la «taxa camarae». El Sr. Sapia ha publicado durante unos diez (10) meses un texto fraudulento y simoníaco sin adverarlo. Expuso al mundo (en internet) con embozo, un insulto malicioso y calumnioso a S.S. León X y, tercamente con deshonor, no cumplió la obligación de presentar los documentos apodícticos que justificasen sin reproches, el texto. Ajeno al mínimo pudor y, evidentemente con el afán de deslizar escándalo y breña contra la Iglesia católica, apoyóse en una calumnia torpe, probablemente entre de cuántas fabrican los protestantes y no sólo ellos. Desde el momento en que el equipo de www.apologetica.org le informara sobre las serias dudas de la real existencia de dicha «taxa camarae», a sano juicio, una persona de bien, leal, equilibrada, noble y motivada por la verdad, se retraería –ipso facto- con palinodia, presentando excusas con exigencia moral de solicitar el perdón por el mal ya realizado, junto al propósito de reparación «ad valórem» a las partes lesas. Así no ha sucedido. Moléstanos ir a imaginar que cierto día, en que la pureza celosa protestante le exigía acción y bravura, el Sr. Sapia encontró en un libro del masón T. Gay, un texto ajustado a la perfidia y adapto a la calentura del momento, para ofender bien en lo hondo a la Iglesia católica y ¡qué mejor en la figura de un pontífice! Pensaría, además, si lo publicado no fuera cierto, tiempo y modo de escurrirse, habría. ¿Qué mofa escondía su publicación, Sr. Sapia?.

Su proceder nos ha indignado y como victimas oprimidas exigimos reparación.

El binomio libertad-responsabilidad, por su alta irresponsabilidad, Usted ha dañado. Es que sin verdad no hay libertad, y sin libertad no hay religión: ¡sí befas!. Su escrito no ha hecho flaco favor al escepticismo: lo aclama como vencedor. Pues, no ha sabido ofrecer documentos fidedignos, sí a sabido hacer de repetidor –y con muy mal gusto-, como ocurre entre las marujas -de tapia a tapia-, el Sr. Sapia. Y tal como el chusmaje, valióse de un recorte de periódico para avalar su laso andamiaje, huyendo comprometerse con la verdad histórica.

Supo que estaba en camisa de once varas y no supo callar; debía saber que en boca cerrada no entran moscas y que la prudencia anida en el hombre justo.

¿Qué habrá acaecido en su corazón para creer de gran interés público, hechos y acontecimientos deformados de un pasado de cinco siglos?

¡Qué sería arduo -complicado enormemente- el trabajo de búsqueda y selección indispensable entre tantos libros y archivos!, ¿no lo imaginaba el Sr. Sapia?

 

¿Le interesaba más la debilidad del ignorante que la fortaleza de la verdad?

¿Era más impactante lo que eventualmente podría haber sucedido –según Gay-con la recompensa a Usted de hacerse llamar "maestro-conocedor de la verdad", que lo acaecido, por ejemplo, con la insigne monja andariega Teresa de Jesús de Ávila, o la condena de la esclavitud por S.S. Paulo IV? ¿Los siempre existentes andrajos y bajezas humanas eran más pedagógicos, que las obras de Pedro de Alcántara, Francisco Borja, Felipe de Neri, o la sustitución de ídolos por parte de los mártires católicos de Tlaxcala en 1527, y/o entre tantos hechos a asir?

¿Y si era la historia que le interesaba, antes que lo dudoso del Gay, no valía más adentrarse en los enfrentamientos de Carlos I de España- V de Alemania con el imperio otomano, o la escultura del Moisés iniciada en 1517 por Miguel Ángel?

¿Qué enseñanza puede contener un escrito rayano a la libídine en comparación a "la noche oscura" del inigualable místico universal San Juan de la Cruz?

¡Y todos ellos eran contemporáneos al siglo de S.S. León X!. Diga Sr. Sapia cuál es su medida de elección; pues el resultado es lamentable y produce asomos.

¿Acaso era imperioso y actual ofrecer un texto soez para ensuciar a la Iglesia católica como valedero tributo a la verdad? La actualidad no es sinónima de novedad. Son términos complementarios, pero no convertibles. ¿Quiso Usted ofrecernos al Sr. Gay como actualidad, o novedad o prototipo irresistible?

¿No conoce Usted el documento «Grande Munus» o la espiritualidad de Isabel de la Trinidad –contemporáneos al Gay- para proponer lectura más edificante?

O en el ámbito de su grupo bautista, ¿no pudo conseguir un texto de alguna persona razonable que sirve a Dios de todo corazón porque le conoce?

 

¿No existen para Usted acaso escritos luminosos en las personas que buscan a Dios de todo corazón porque no le conocen, parafraseando a Pascal?

El pontífice S.S. León X, con todo el cuerpo de la Iglesia católica hemos sido victimas de calumnias con la única justificación de descalificarnos. En el campamento de la mentira, a las victimas no les resulta muy difícil entender a qué motivos obedecen las falsedades elaboradas; el Evangelio pues ya al fraude desveló.

Las victimas del vituperio y denigración son siempre victimas, nunca son los responsables ni los culpables de las difamaciones, oprobios, ultrajes-asechanzas.

Quien calumnia lesiona sus propios deberes éticos y los derechos de la victima.

Con la pretensión de hacer uso de la información, Usted sabía que ajaba.

No verificó las fuentes o, no pudiéndolo hacer, atrevióse igualmente a publicar.

Con tal osadía y prepotencia, más una gruesa dosis de desprecio hacia la Iglesia, no le cabía el angular concepto de verdad ni adecuarse a la prudencia cristiana.

La mala fe y engaño han prevalecido sobre la diligencia, vigilancia y veracidad.

¿Qué inquietud impregnada por cierto de afanosa insensatez, ha movido a un bautista a publicar mentiras en su propia página -con ardid etiquetada- "conoceréis la verdad?" No es sorpresa alguna que los protestantes publiquen con doblez y estudiadas astucias «leyendas negras»1ª- para causar escándalo, desprestigiar al prójimo con engaños y denostar, sobre todo a la Iglesia católica.

Y debo confesar que con maestría lo siguen haciendo, usando charlatanes y fantasmagóricos maestros o aprendices cómplices capaces de conformar un mosaico anti-cristiano, donde la virtud de la caridad evangélica, está ausente.

Usted Sr. Sapia, como todo el que tiene lengua –sin excluir a los loros-, tiene el derecho de decir también que la luna es cuadrada. Algún loco osaría una explicación, un batallón de psiquiatras propondría terapia, a otros preocuparía si es manía de primates o delirio impulsivo, yo sólo sugiero-le <contrición>.

 

Cuando a una persona se le advierte del riesgo de caer en calumnia, debe hacer uso de la racionalidad, esa que nos viene de los griegos como búsqueda de las causas, pero sobre todo como obligación de una demostración racional valida a todos. Es una exigencia que los mismos griegos han extendido a la ética, a la vida social y, en fin, a la religión. Esos principios eran válidos y protegidos en las comunas del medioevo y rigen nuestras sociedades democráticas.

No puede el Sr. Sapia confundir tolerancia con el permiso de burlarse en forma descarada, barriobajera y desconsiderada sobre las personas o instituciones.

De la tradición hebraico-cristiana viene el libre albedrío (ausente en el mundo griego y en el musulmán sunita), produciendo una moral de responsabilidad personal. Esa responsabilidad es la que hacemos apelo a que Usted aprenda.

Del interior del corazón de un cristiano debe nacer una moral elevadísima que arriba a exigir «amar al propio enemigo»; la Iglesia católica –sólo ella- desde hace 2000 largos años ininterrumpidamente lo enseña y propone: ¡es historia!

La Iglesia porque no elude el mandato-autoridad de Cristo, nos indica la vía.

¿Qué ha hecho Usted Sr. Sapia de tal tesoro? ¿O es que ha perdido las razones para el Amor? ¿Ha cambiado Usted el Evangelio por la Reforma? ¿Acaso no ve que esos falsos profetas del siglo XVI rompieron la unidad de los cristianos afectando los dos pulmones de la iglesia –el del oriente y el del occidente? ¿Qué abundancia hay en su corazón para que su boca publique un texto indecente?

 

Esas palabras son las que desencadenan siempre blasfemias en nombre de Dios.

Las guerras de religiones y las persecuciones de los herejes, por parte de todos, son sus tristes testimonios... Hoy prevale la tolerancia y la libertad de culto, de asociación, de palabra y mecanismos de mayor justicia. Dicha construcción es lenta pero sólida, a pesar de las destrucciones frecuentes que, -con ataques innobles, delirios viles o ínfulas según el mediocre de turno-, siempre llegan. Seminando más cizaña, Usted quiere re-construir la historia "motu propio" sobre la base de eventos hipotéticos con negación absoluta de la verdad. Opina sobre lo que no tiene seguridad y puede hacerlo de mil modos, pero en el terreno de sus escritos, Usted hipoteca su credibilidad. La falta de veracidad, continúa constante en su obra; tal proceder necio es mal aporte a un mundo tan relativista como el nuestro, en el que la subjetividad y el poder de la mayoría pretenden relegar a los valores absolutos. Con la publicación de una odiosa calumnia, Usted Sr. Sapia no se alza en defensa de dos principios básicos "la verdad y el bien", siendo estos fundamento y garantía de una conciencia recta, de la libertad y los derechos humanos, y de una sociedad justa y pluralista.

Sepa también que el que realmente opina, escucha sin dificultad a los demás y rectifica gustoso su opinión, si ello fuere necesario. La exposición sincera de las propias opiniones, de acuerdo con el grado de seguridad personal, no significa que se dé por cierto lo que no lo es o que se niegue lo que pueda haber de válido en otros puntos de vista. El monopolio total de la verdad y de la certeza no lo posee nadie en este mundo, pero cada cual debe ser conciente y responsable de la parcela de verdad y certeza que le haya tocado en suerte. La verdad está en Cristo, siendo Él: camino, vida y verdad. Esta verdad aviva y nutre a toda humanidad redimida en y por Cristo. La verdad, a través de la Iglesia fundada por Cristo, derrama en plenitud bienes esenciales y, a sus miembros, de libar tan regio elixir. Por esa verdad sufrimos también hoy la mordaz calumnia y nos quitan la cabeza. Esa verdad, enhiesta entre dos ladrones, mereció la crucifixión.

En aras de tal verdad -por si acaso- recorra los 20 siglos de la Iglesia católica y háganos saber si existe un sólo documento que llame a desobedecer a Dios y no amar al prójimo; o donde el testimonio y ejemplo personal sean estulticias.

 

Sr. Sapia, cuando Usted opina sobre la Iglesia católica, denota un componente sentimental tejido de resentimientos con hilos de soberbia, o envidia u orgullo.

Teme que pueda haber otras opiniones más y mejores fundadas que la suya. Ese temor añade un componente afectivo, por lo general poco importante. Depende del grado de probabilidad en que se apoya la opinión. En cualquier caso, la opinión está más cerca de la actitud que de la idea, pero ello no significa que se confunda con la actitud. Las opiniones implican un criterio o juicio superficial, el cual no es subjetivamente convincente ni implica un juicio valorativo. Cuando cualitativamente se pasa a una clara y terminante valoración, la opinión se convierte en actitud. Por lo tanto, entre la opinión y la actitud existe una diferencia sólo de grado cualitativo por cuanto la actitud conlleva ya un compromiso valorativo. No nos predisponemos a nada sin antes haber, por lo menos, intuido alguna razón de bondad o maldad, de conveniencia o inconveniencia. Es más fácil formarnos y expresar opiniones que comprometernos con nuestras actitudes. ¡Hoy, casi rehusamos hasta de pensar. ¿Será para que los charlatanes de turno piensen-decidan en mi lugar? Y la secta ¿no me permite acaso modelar un dios a mi gusto y capricho?

El negocio de las sectas cuenta con colaboradores persistentes, preparados a intoxicar las personas simples, desprevenidas o carentes de formación.

¿Cuántos de sus seguidores bautistas tropiezan con una intoxicación asumida e involuntaria? ¿A cuántos ha llevado Usted a un fundamentalismo odioso?...

 

Veamos su ejemplo Sr. Sapia: ¿no está Ud. embotado solo de sus opiniones?
Si la opinión es el asentimiento basado en la probabilidad y no en la certeza científica, ¿por qué hizo una publicación plena de injurias? Usted sabiendo de la debilidad de su propia opinión ¿pensaba que lo publicado por el Gay era palabra divina o irrefutable? Sr. Sapia, no le está permitido tomarnos por estúpidos.

De cualquier manera, Usted se defenderá como que era una opinión, su opinión personal. Y bien yo le digo que con frecuencia tomamos la opinión como una disculpa para imponer a los demás nuestros propios puntos de vista, los cuales nos parecen incontrovertibles. Publicando un texto largamente dudoso, usted lo único que ha pretendido es imponer su santísima voluntad, ofender con torpeza a los católicos, mostrarnos como viles negociantes de la verdad evangélica: ¡eso es todo! Tan cierto es que hasta que el inocente no se defendió, Usted ruinmente imprecóle, hirióle. Lo expuesto, Sr. Sapia no es mi opinión, es afirmación basada en la certeza de la mente, que es justamente lo contrario de la opinión.-

Otro aspecto: ¿qué motivo le ha llevado aventurarse por el espacio virtual de la "ucronía", que como explica el diccionario, es «la construcción de la historia» hecha sobre la base de ?

Es una construcción de la historia hecha a partir de elementos hipotéticos, que puede llegar a la negación absoluta de la realidad y con tramas casi absurdos.

Por seriedad y razones obvias, no le está otorgada la libertad de fabular con santas figuras católicas ni grandes hombres de la humanidad, cristianos sean o no. Que muchos no siendo bautistas ni cristianos, saben no mentir ni difamar.

 

Nadie posee el derecho de hacer una historia irreal sobre la base de utopismos.

No hemos necesitado de los reformadores del XVI para proclamar un retorno cotidiano a las verdades evangélicas, excepto a quien no quiera ver ni oír.

Lo católico se vive en la vida concreta, sin perseguir esquemas ilusorios de una "pureza" ideal. El católico se sabe imperfecto y –siendo capaz de pedir perdón- entiende, comprende y sobre todo no ensucia a su hermano gratuitamente para confundir y hacerse ver "más limpio que el otro". El difamador ofuscado por su cortocircuito no ve, ataca y se hace victima de los otros cuando en realidad es la primera victima de su propia maldad y/o de una conciencia enfermiza.

En los amenes vale la pena recordar las palabras de V. Messori: "...no hay cisma o herejía que no surjan del inconformismo con la realidad eclesial concreta y la búsqueda de un Evangelio «puro», de la proclamación de pastores realmente «fieles» al proyecto de Cristo, de la nostalgia de una tradición «auténtica». Pero es que justamente éste es el camino que conduce a la secta y al grupito. En cambio el católico, a pesar del polvo y el sudor, camina entre la multitud del pueblo, donde el grano y la cizaña, la santidad y la infamia se mezclan de manera inseparable, pero donde la Jerarquía designada como cree la fe por el Espíritu mismo, puede tropezar en incertezas, temores e incluso equivocaciones, pero desde luego no puede conducir fuera del camino al pueblo que se le ha confiado. Por lo tanto, hay lo que hay. Y así está bien..." Jesús dice: "...no sea que al querer erradicar la cizaña, también saquéis el trigo".-

 

Sr. Sapia, Usted ve la paja en el ojo ajeno y no cae en la cuenta de su error hasta que la viga sea evidente al ojo propio. Véase por viga: leyendas negras, sectas, burlones, cruzadas 2ª,Teófilos Gay, invasiones 3ª, Pepes Rodríguez y otros.

Usted ha demostrado también que carece de rigor histórico y de seriedad argumentativa al desconocer las responsabilidades del hecho comentado.

Sr. Sapia ¿acaso la sociedad bautista ha estado o está a cubierto de las desviaciones del comportamiento humano? ¿Nada tiene ella a criticarse?

Por la dureza con que nos difama, ¡habrá Usted pasado la frontera celestial!

En el océano de falsedades denunciadas en sus expuestos virtuales, vese la ilimitada capacidad de fabulación, prejuicio y autoengaño, de atenimiento a modas rentables, ignorancia interesada o pereza mental que bien saltan a la vista a un lector atento y que celoso está de no propalar tan rastrera actitud.

Todos podemos violar nuestros grandes ideales, mas todos podemos también re-descubrirlos y enriquecerlos con la rigidez intelectual y la bondad del corazón. Enjuta es su declaración, Sr. Sapia, carece de la luz y firmeza del humilde, ofusca la honestidad, como tantos escritos suyos "es tenebrosa". ¿O más bien la arrogante y defenestrada infabilidad protestante le confunde las ideas? ¿Los jerarcas de su grupo no han percibido aún tan evidentes síntomas inquietantes? Así de simple: ¡no hay peor ciego que quien no quiera ver!.

Y quien no quiere ver no puede explicar el pasado, ni intentar el esfuerzo nunca terminado de la investigación con el uso de los métodos mas adecuados a ella.

No viendo, se parte de premisas falsas, llegase forzosamente a conclusiones falsas; un ciego no puede conducir a otro ciego: ambos pasos llevan al abismo.

 

Debemos todos contribuir a la mejora de la sociedad donde vivimos para que, al ser más consciente de ella misma y de su historia, evitemos las percepciones erróneas y los prejuicios, que tanto daño han hecho ya. Hemos de llevar todos el pasado, sin faltar al recuerdo, a su propia situación de tiempo ya fenecido, evaluando lo más correctamente que podamos su influencia o herencia en el presente. Sólo así se construirá con cierta libertad el futuro, pero, para conseguirlo, hay que acabar con las falsificaciones de la Historia. No cabe la calumnia ni ningún procedimiento vituperable y brutal: así se expulsa el amor.

¿Por qué escoge a la Iglesia católica siempre merecedora de ludibrio y escarnio?

¿Cuándo los bautistas aceptarán la máxima apertura a los otros, sean quienes sean, desde las diversas confesiones y religiones, hasta las ideologías más laicas como desde 5 lustros proféticamente lo viene haciendo S.S. Juan Pablo II?

Persistir en el pedestal de «maestro» es propio de necios. Los cristianos no necesitamos de un aro en la nariz para mostrarnos como toros en el zoco ni cintitas rojas secuaces del Sr. Gay o los gays de moda u otras mixtificaciones. Silencio, labor, alegría y orar precisamos; también con dolor confesamos -pocos conocen por dejadez y negligencia- los ricos documentos del Magisterio. Usted dice que era católico ¿conocía la Escritura, Liturgia y documentos a tal época?

Lo que debemos necesariamente saber es amar a todos en la paciencia de Job.

Pida perdón Sr. Sapia, ya le ofrecemos el nuestro, carácter de nuestra prosapia.

<¡Hermano levántate! Tu dolor quemando tiene olor a mi dolor. Alzate y en alegrías, elévate. No tengas miedo, pues a todos nos brota feble la vergüenza. A mayor pecado, mayor es la gracia, nos manifiesta San Pablo. ¡Coraje hermano!>

 

Sr. Sapia, no permanezca derrumbado entre los escombros nauseabundos de los calumniadores. Perdonar y pedir perdón libera, anima, descubre cielos donde todos tienen cabida y a nuestros corazones, da tersa mansedumbre evangélica.

El arrogante, haciendo su propio corazón repugnante, no ve al prójimo como hermano, sino como enemigo a destruir, no escatimando estratagemas.

Mortificar con desprestigio calumniador es realizar una tarea demoníaca. Oh, sin la menor duda, el dolor siempre es megáfono de Dios y una oportunidad.

Su nada estulta publicación, Sr. Sapia, nos ha llamado a un testimonio católico personal más exigente, más empeñadamente obedecer a Dios y amar al prójimo, –obviamente incluyendo a Usted mismo-, e insisto, en señalar que la fe-amor es servicio al prójimo y hoguera donde se roen las difamaciones y mezquindades.

Meritorio sería que Usted haga pública reparación de tan magno daño que nos ha afligido, como católicos y al Magisterio eclesial. Es obligación -a conciencia cristiana- desagraviar al ofendido, incluso obligativo a un simple ciudadano.

Mientras no lo haga en tenor y medidas obvias, su palabra pertúrbale oír el dolor de los hombres malheridos por la perversidad que, aún hoy, sin el menor rubor –insisto-, Usted osó y osa publicar en su página web. "conoceréis la verdad". Allí continua a publicar mentiras, afrentas, suposiciones sin fundamento, y hasta befas contra algunas ciencias. En su hoguera va consumiendo la verdad.

Los textos canónicos que Usted apela los escribimos nosotros ¡ya éramos iglesia!

Carácter éste que Ustedes no poseen: por hechizo surgieron 17 siglos después.

¿Cuál verdad Sr. Sapia intenta hacer conocer... la del histrión o la Evangélica?

Após, ¿en qué campo está usted... en el del prestidigitador o del apóstol xtiano.?

¿Qué apocatástasis reclama que los católicos no respetamos o alteramos?

 

Hasta que no se aclare, usted mismo dice situarse en la tierra de los ofendidos, que para mí, es la hipócrita manía que gusta emponzoñar con ácido y veneno.

¿Es que la «taxa camarae» publicada por Usted bajo la coartada de "conoceréis la verdad", nada le ha demostrado aún, más allá de aponer culpas? ¡Reflexione!

Demuestre con una buena conducta, la dulzura y sabiduría anidadas en su alma.

No mienta ni luzca falsos testimonios (8vo. Mandamiento). La calumnia es tan oportunista, sustituye la inteligencia, demuestra una ausencia del pensamiento y se encuadra en un raciocinio avieso, con la finalidad vil de ser «autosuficiencia sobre los otros», engendrando preconceptos y regateando nobles aspiraciones.

Para los hombres de buena voluntad es posible un mundo más fraternal y justo, libre del terror, de fanatismos –siempre azuzados por calumnias y exabruptos-, libre de la mentira que obliga al espíritu, de tales asedios nefandos, defenderse.

Aceptemos al Señor -compasivo y misericordioso-, cargando con la santa cruz.

Misericordia y compasión están ausentes tantas veces en nuestras conductas, es también verdad. Le invito, caro Sr. Daniel Sapia, a renovar juntos la esperanza y la reconciliación; turbulentos tiempos estos más nos exigen: caridad y sólida fe.

María Stma. que dichosa por siempre es llamada por todas las generaciones, nos enseña el camino para aprender a hacer lo que Él nos dice: "amaos los unos a los otros". "La caridad de nadie es enemiga, a todos es madre". San Agustín.

Respetuosamente:

Alberto Romegalli Jenny-S
DNI. 13325169

1ª) LEYENDAS NEGRAS DE LA IGLESIA. Autor Vittorio MESSORI – Editorial "PLANETA-TESTIMONIO" 10ª EDICIÓN – Óptimo libro para defenderse del cúmulo de opiniones arbitrarias, deformaciones sustanciales y auténticas mentiras que gravitan sobre todo en lo que concierne a la Iglesia.

2ª) NUEVE SIGLOS DE CRUZADAS. Autor el argentino-español Luis María SANDOVAL PINILLOS – Editorial CRITERIO-LIBROS. Idóneo para denunciar o aclarar invenciones contra la Iglesia, como para hacer, junto a una necesaria crítica, una apología sin complejos del derecho que asistía a los cristianos de defenderse.

3ª) AL-ANDALUS CONTRA ESPAÑA – LA FORJA DEL MITO. Autor Serafín FANJUL – Editorial SIGLO VEINTIUNO DE ESPAÑA EDITORES. Apto para deshacer los tópicos, falsedades y supercherías de diverso género sobre la herencia islámica y convivencia de cristianos en el suelo peninsular.

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